sábado, 6 de enero de 2007

Los Reyes Magos

Mi agrado por estos tres simpáticos personajes llegados en pos de una estrella desde lejanas latitudes, alcanza su punto de esplendor hace tres años. Por aquel entonces contemplé la posibilidad de embarcarme en el reto de abandonar el tabaco, y poco seguro de lograrlo pedí ayuda a los tres Reyes. Así, convencido de la bondad de Sus Majestades de Oriente, después de afrontar la apertura de regalos con la esperada satisfacción, decidí que aquel cigarrillo con el que daba por finalizada la cajetilla sería el último y la verdad es que no he vuelto, ni tan siquiera, a añorar una triste calada

Total, que después del éxito con el tabaco me he planteado hacer lo mismo con el asunto del peso y ponerme a plan con la ayuda de estos caballeros. Lo malo es que realmente había perdido el gusto por fumar y tan solo disfrutaba uno o dos cigarrillos de los casi tres paquetes de rubio americano que caían a diario, pero dudo mucho que esa misma inapetencia tenga lugar con la comida. Sobre todo con mi afición a opíparas y largas cenas a base de embutidos y regadas con cervecitas o con generosos vasos del mal llamado tinto de verano (sobre todo por las fechas en las que estamos).

Ahora solo me queda esperar a que el lunes acaben las vacaciones del dietista y convencido de que esta noche se me han concedido mis deseos, pueda empezar a poner en práctica mis buenos propósitos para este recién nacido 2007.

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